Terremoto y niños

Tras algunos meses de ocurrido el terremoto, poco a poco hemos tenido que ir retomando el ritmo normal de nuestras vidas, pero algunos niños y adolescentes todavía muestran señales del impacto que esta nueva experiencia tuvo en ellos. En un primero momento el impacto para todos fue tan grande, que para la mayoría de nosotros ha sido un proceso lento de elaboración. Así también ha sido para los niños. Es por esto que ha aumentado la cantidad de madres y padres que consultan a pediatras y psicólogos debido a los cambios conductuales o emocionales que han podido detectar en sus hijos desde este evento. Las manifestaciones de que los niños están afectados son variadas; pueden ir desde querer volver a dormir en la cama de los papás y a tener pesadillas hasta haber perdido o aumentado su apetito.

Para poder ayudar a los niños y adolescentes a elaborar esta experiencia es necesario que los adultos que los rodean también puedan ir retomando la tranquilidad y seguridad previa al terremoto. Esto implica que, en la medida de lo posible, se pueda ir retomando la rutina familiar normal. En el caso de los niños y adolescentes, es muy importante que vuelvan al colegio, hagan sus tareas y retomen sus hobbies y espacios de entretención. Para lograr esto, también es necesario que los adultos también puedan elaborar esta experiencia, puesto que los niños y adolescentes son altamente sensibles a las emociones que sus padres presentan: la calma de los padres tiende a calmarlos y la ansiedad de los padres tiende a ponerlos ansiosos.

En algunos casos, en los cuales los padres sienten que han recobrado un buen nivel de tranquilidad y seguridad con el paso del tiempo, sus hijos todavía muestran señales de angustia, miedo e inseguridad. Es importante consultar a los especialistas en estos casos, ya que es posible que ese niño o adolescente este presentando algunas dificultades para enfrentar esta dramática experiencia y sus recursos emocionales necesitan un apoyo para salir adelante.

De modo de poder transmitir seguridad a los hijos, un primer paso, independiente de la edad que tengan, es poder explorar lo que siente y piensa el niño o adolescente de la experiencia asociada al terremoto. Esta curiosidad por el mundo interno que muestren los padres les permitirá ir conociendo mejor a su hijo o hija y a su vez podrán trasmitirle que es posible hablar de los sentimientos asociados y que no está prohibido hablar del miedo que pueden haber tenido. Incluso, puede ser beneficioso usar esos momentos para contarle a los hijos que los adultos también tuvieron o tienen miedo, pero que han podido ir superándolo. Esta conversación también es un buen momento para conversar sobre lo que harán en caso de réplicas. Haber conversado sobre las medidas de seguridad permitirá que tanto adultos como niños y adolescentes sientan que ante este evento incontrolable e impredecible sabrán qué hacer para protegerse y estar seguros en el futuro.

Para los niños más pequeños, entre 1 y 4 años de edad, se vuelve especialmente importante que los padres se muestren como personas capaces de protegerlos y que puedan acudir a ellos cuando tienen miedo. Para aquellos niños que ya dormían solos en sus piezas es bueno retomar esa rutina recordándoles que antes lo podían hacer y se sentían seguros. Se les puede apoyar la transición de la misma forma en que realizaron la transición la primera vez.

En las primeras etapas escolar, entre 5 y 8 años de edad, es bueno apoyar la elaboración de la experiencia explicando lo que son los terremotos. Se puede pedir a los niños que hagan dibujos de sus sentimientos, o del terremoto en sí. Es importante decirle la verdad cuando tengan preguntas. Por ejemplo, cuando los niños preguntan si el terremoto se acabo o si pasará denuevo, es importante poder explicar la posibilidad de que sucedan réplicas y que nadie puede saber cuando vienen los terremotos, pero que como familia están bien preparados para afrontarlos.

Para los niños un poco mayores, entre 9 y 12 años de edad, es importante tener espacios de conversación en el cual puedan expresarse. Para eso es necesario tener momentos en los cuales los padres puedan escuchar las emociones de sus hijos y acogerlos. A su vez, es bueno incentivar que conversen con otros niños de sus edades sobre la experiencia del terremoto. Esto se puede fomentar con simples preguntas como por ejemplo dónde estaba cada uno de sus amigos para el terremoto. Si es que el niño no lo sabe, incentívelo a preguntarle a sus amigos y que después le cuente.

De los 13 años en adelante, los adolescentes tienden a usar más a su grupo de pares para conversar sobre sus experiencias. Sin embargo, es bueno que los padres puedan mantener espacios de conversación con ellos y dentro de todos los temas que son importantes para los hijos, es bueno que también se considere la experiencia del terremoto.

Por: Fernanda Orrego

Este artículo fue publicado el jueves, 3 junio , 2010 y archivado en Niños.

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